Ya he escrito
una entrada sobre la conceptualización del tiempo en Chile y cómo eso difiere en
los Estados Unidos; pero en esta entrega final querría analizar eso más porque
ha sido una diferencia que se ha destacada mucho en mi tiempo viviendo acá.
Además, pienso que representa una diferencia crucial entre los estadounidenses
y los chilenos con respeto a las actitudes hacía los horarios diarios, el
trabajo, el descanso, y la salud psicológica. Como ya escribí, en los EEUU, el
tiempo es algo tangible, inflexible y concreto. En contraste, en Chile, como en
los países latinoamericanos en general, el tiempo es relativo, maleable y
dúctil – es más una referencia que algo cierto. Esas diferencias en la
conceptualización del tiempo se manifiestan en la vida diaria. En los EEUU,
siempre hay prisa y nunca hay suficiente tiempo pero en Chile no es así sino
mucho más relajado y flexible. En lo que sigue, analizaré cómo esas diferencias
en la percepción del tiempo afectan los horarios, la salud psicológica, y el
trabajo.

En contraste,
mi mamá de acogida chilena me ha dicho que “quien vive apurado, apurado muere.”
Eso representa una actitud hacía el tiempo que es completamente diferente. Este
dicho tiene como moraleja o como lección que no se puede apurarse en la vida
porque no se la va a disfrutar. Hay que disfrutar del el tiempo que tenemos
para vivir, y no se puede dar eso por hecho. El tiempo es abundante. Chile es
una sociedad polycrónica porque el tiempo es más cíclico con énfasis en lo que
se puede hacer de un día al otro y hay un enfoque en los vínculos emocionales
con otras personas.
Se puede ver
esas diferencias de percepción en los horarios de los chilenos comparados con
los horarios de los estadounidenses. Por ejemplo, en cuanto a la puntualidad,
los estadounidenses son mucho más estrictos para el estándar de lo que
significa estar “a tiempo.” Usualmente, cinco a diez minutos de atraso en los
EEUU es aceptable, pero con 15 minutos o más, es molesto y la norma es que hay
que perdonarse o dar una razón. La
puntualidad es considerada un buen atributo en una persona, y si alguien sea crónicamente
impuntual, es una falta de respeto por lo indicado en el dicho estadounidense.
El tiempo es un recurso limitado y llegar tarde es causar a alguien la pérdida
de éste.
En Chile,
llegar 20 minutos tarde a una reunión social es completamente normal porque el
tiempo es fluido y sirve más como referencia que cosa concreta. Vale señalar
que en Chile si es importante la puntualidad en ciertas instancias como las
reuniones profesionales. Pero en las demás ocasiones, según los estándares
norteamericanos, los chilenos siempre llegan “tarde.” He tenido que calcular a
que tiempo llegar a un carrete para llegar al mismo tiempo que los otros. En
los EEUU, usualmente llego a mis clases 15 o 10 minutos antes para llegar
tranquila, escoger un buen asiento con los amigos, y prepararme para la clase.
En Chile, esa costumbre mía ha cambiado. Ahora empiezo a caminar a la sala de
clases dos minutos antes de que empiece, y todavía llego una de las primeras. Lo
de la puntualidad es vinculado con la teoría de “bloques de tiempo,” una teoría
sobre la cual he escrito una de mis previas entradas.

Otro ejemplo es
de algo que me ha parecido muy extraño en Chile de los buses: no tienen
horario. Llegan cada 10, 15, o 20 minutos más o menos dependiendo del día de la
semana, el trafico, y la hora, pero no hay ningún horario fijo como he visto en
otros países.
Además de cómo
la puntualidad afecta los horarios diarios, la percepciones distintas del
tiempo también influyen el ritmo de la vida en los EEUU y en Chile. En los EEUU
la importancia del tiempo causa mucho stress.
En la universidad en los EEUU, mi horario es lleno. Cada semestre tomo
cinco clases, estudio mucho para sacar buenas notas, hago una práctica 15 horas
por semana para ganar experiencia para poder encontrar pega al graduarme, y
participo en las actividades de mi fraternidad y de las otras organizaciones
universitarias de las cuales soy miembro. Se vive una vida apurada en la cual
hay muchas actividades que se hace sin parar y aún no hay tiempo suficiente. El
descanso y el tiempo libre es para los débiles o tal vez los perezosos. Las
personas exitosas siempre están haciendo algo para lograr sus metas. Me siento
feliz cuando tengo muchas cosas que hacer, aún si estoy estresada. Prefiero eso
que aburrirme porque eso me da ansiedad porque en mi mentalidad, tengo esa
actitud del tiempo como recurso limitado.
En Chile, los
estudiantes no son así. El ritmo de la vida es más relajado y más despacio
porque la percepción del tiempo es que es algo abundante. Los alumnos asisten a
clases, pero muchas veces también faltan clases, y también estudian mucho y
valorizan su educación. Pero no están corriendo de una cosa a la otra, sino que
toman su tiempo yendo a clase para saludar y charlar con sus amigos, tomar un
café, o sentarse entre amigos en el pasto para disfrutar del buen tiempo o ver
un partido de futbol. Caminan más despacio. Me parece una vida mucha más
relajada y tranquila.
Las diferencias
en el factor temporal también se manifiestan en el trabajo. Los chilenos
trabajan mucho. Pero cuando salen del trabajo, ya no es tiempo de trabajar y
valorizan el tiempo para si mismo o para la familia como algo de igual
importancia para la salud mental y la productividad. Hay que descansar para
poder trabajar de nuevo. Mis papás chilenos trabajan horarios largos, pero al
llegar a la casa descansan y los fines de semana disfrutan de dormir más y
almorzar cada sábado con sus hijos y nietos (y un almuerzo es un suceso que
dura la mayoría del día). En Chile hay una separación clara entre el trabajo y
el descanso o la vida personal.

Del mismo modo,
en el colegio en los EEUU, tenía cada día media hora para la colación. Pero
cuando vivía en Francia (y parece que es una situación similar en Chile), los
estudiantes tenían dos horas para ir a sus casas para almorzar si vivían cerca
de la escuela, o se quedaban en la escuela para comer en la cafetería y después
divertirse en un recreo.
En conclusión,
los chilenos y los estadounidenses tienen una perspectiva del tiempo opuesta.
Chile es una sociedad polycrónica y los EEUU una sociedad monocrónica. Eso
influye la vida diaria y ha sido una de las cosas que me ha más llamada la
atención en ese país y que ha sido un gran choque cultural para mi. Por eso
escogí ese tema para mi entrega final del blog. Analizando la perspectiva del
tiempo como algo relativo y flexible en Chile (lo cual en mis primeras semanas
en Santiago me frustró mucho) y comparando con los EEUU me ha dado también una
nueva perspectiva sobre mi vida y mi horario en los EEUU. Me he fijado que a
veces me sobrepaso, y que tengo que tomar el tiempo para disfrutar de cosas
como una cena de tres horas en un restaurante entre amigas. No me quiero morir
apurada.